EL CUADRO

Cuando Luis se adentró en la sala verde del Museo, le llamó la atención un cuadro de grandes 
dimensiones. 
Laminas de madera de unos seis centímetros, cubrían el lienzo de forma oblicua, cruzadas unas con otras. Entre estas, manojos de paja pegada, cerraba cualquier hueco que quedará al descubierto.

Una señora que se encontraba a su lado, acompañada por su supuesto marido le comentaba a esta extrañada:

¿Tu entiendes lo que significa Pedro?

No lo tengo muy claro, pero supongo que aunque el artista quiera decir algo con el, en realidad el arte abstracto, significa para cada persona aquello que uno mismo es capaz de contemplar entre los trazos del pincel, según su imaginación.

Unos segundos después, ambos marcharon a contemplar las distintas obras que se exponían en la sala contigua.

Fue en ese momento cuando se percató de que se encontraba solo en la sala. Llevado por la curiosidad, se acercó al cuadro, a pesar del claro letrero que junto a él, advertía. ´ PROHIBIDO TOCAR ¨ 

Quería comprobar de cerca la curiosa sujeción de la paja sobre el lienzo y las maderas que atravesaban éste.

Una vez junto a él, apenas acercó sus dedos a éste, sin embargo, bastó un pequeño roce para que de una manera incomprensible, el lienzo se fuera deslizando hacía el suelo de una manera lenta y sin apenas ruido que delatara lo que estaba ocurriendo. 

Luis, pálido, volvió a mirar el letrero donde claramente se especificaba: ´ PROHIBIDO TOCAR ¨

Llevándose las manos a la cabeza, se quedó durante unos minutos pensativo. Y a continuación, como quien ve de pronto la luz, en la oscuridad sonrió. 

No sin antes observar que no se encontraba nadie en la sala, próxima ya la hora del cierre, tomó el cuadro por ambos lados y lo levantó con un pequeño pero cuidadoso impulso, apartándolo por su lado inferior de la pared unos veinte centímetros y dejando que su parte superior descansara sobre esta misma. Volvió de nuevo a su sitio, unos pasos  atrás.

Abrió su mochila, sacó de esta uno de los folios que solía llevar para tomar nota y escribió sobre el con el rotulador negro en letras cursivas en trazos gruesos:

¨ LADO FRONTAL, TECHO BARRACA VALENCIANA ¨ 

Colocó el folio sobre la esquina derecha, inferior del marco, introduciendo los contornos de éste unos milímetros entre la madera y el lienzo.

Se apartó unos centímetros para observarlo. Ahora para él, aquel amasijo de madera y paja, adquirían un nuevo sentido: 

¡Hogar... vida! 

¡Eso era lo que él veía en el cuadro ¡ Al fin y al cabo, el arte abstracto, no era otra cosa que eso, la expresión del pintor cuando estampaba sobre el folio sus sentimientos y la acertada o no visión del visitante cuando contemplando éste.

Como la vida misma, cada cual la veía según el color y el prisma con que se dibuje sobre el camino los pasos dado, siendo para los demás estos, tan sólo aquello que la mirada pueda captar, observando entre esos pasos la belleza de esta o por el contrario, el ocaso o decadencia de su propia percepción de lo vivido, a través de las experiencias de otro se humano, cuando éste pone matices a lo sentido. 

El guardia de seguridad, se acercaba. Despacio, se dirigió a la salida, dejando tras de si, su pequeña contribución a la expresión artística, un pequeño  átomo de su imaginación.....

Annia Mancheño