Llegan de la distancia, con voz en grito,
despertando del sueño frió y tranquilo,
esas voces que suplican... ¡Que viven muertas!
Ávidas de esperanzas, entre sus llantos,
piden al sol del día, despierte el alma,
volviendo su mirada hacía el infinito,
donde se pierden lágrimas que son segadas.
Durmieron sus sonidos, voces del pueblo,
diciendo: ¡ Todavía no es el momento!
aunque las guerras quemen en si el instante,
son lejanas y duelen solo al recuerdo.
Duerme niño tranquilo, que entre sus manos,
velan tus dulces sueños algún disparo,
nana sin sentimientos que adornará,
esos sueños que pueblan tu libertad.
Sinseantes...delirantes...¡Sin razón!
Solapados...silenciados...¡Justificados!
Iniciando el camino de la locura,
con moral aceptada en nombre de dudas,
envueltos en Política, palabras vanas,
que tan solo buscan vender medallas.
Entre tantos suspiros, tanta inocencia,
danzan conflictos creados por las riquezas,
almacenando entre sabanas de hilo y seda,
las razones que llevan a la inconsciencia.
Mueren y nacen presos de los olvidos.
de la lejana huella de la ignorancia,
clamando al Dios que viste de hipocresía,
lamentos y momentáneos rezos sin versos.
Vacíos...Sin bríos...¡Repetitivos!
Insistentes... Permanentes... ¡ Insuficientes!
Nadie sabe si llegan a algún destino,
cuando el dolor continua en el olvido.
Suben formando esferas que son dolientes,
cuando los rezos quedan... ¡ En el presente!
Duerme niño tranquilo, que entre sus manos,
velan tus dulces sueños algún disparo,
nana sin sentimientos que adornará,
esos sueños que pueblan tu libertad.
Annia Mancheño
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