En perfecta comunión música y verso
se funden a través de las palabras,
vehículo sin destino de lo sentimientos
que pueblan el habita de mis andanzas.
Se entrelazan entre melodías musicales
los recuerdos, los deseos, las llamaradas,
que encienden dentro de mi universo interno
la luz que da vida a mi plegaria:
Con el verso dormido en la garganta...
El futuro encerrado en la mirada...
descansan los sueños envejecidos,
despiertan entre sabanas de esperanzas,
el Águila que volará hacía el mañana.
Que no hay cáliz que la sangre del destino contenga,
con sabor a vino de añoranzas...
Ni forma que redonda cual la luna,
encienda de gris perla su cara.
No es el rezo adentrado en palabras vanas,
por excelencia el camino abierto,
ni la vereda del sacrificio ejercido,
la meta que conduzca a lo conseguido.
Es la peredne sinfonía de lo sentido,
la ratificación de esa vida que batalla,
en oración perpetua contra
las tempestades de la ignorancia.
Y orando sin rezos, sin Dioses invisibles
que hablan, andando el camino con la música del alma,
convergen el verso con la estrofa de lo vivido,
la música del sentimiento con la plegaria de lo pedido.
Y en voz viva... la a locución asciende al don del suspiro,
preceptor primordial que con su tic tac tranquilo
aporta a la existencia la serenidad del ritmo.
Annia Mancheño
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