Atentos vuestras Mercedes... Ya estoy de vueltas otra vez..
El sol , ya está al descubierto...
Procedamos púes a seguir éste Mester...
Quedamos días atrás... Refiriéndonos a cómo el Pueblo, ante los abusos del Monstruo acudían al su Rey prestos y éste ante sus palabras, extrañado ante la versión que estos narraban, derivaba-les a la atención de los Nobles, que de los asuntos de Estado, en su nombre solucionaban.
Estos, ante la evidencia de que el Monstruo no se avenía, a ningún pronto acuerdo, rogaron a los Aldeanos, les facilitaran tiempo.
Tuvieron a bien ceder, los Aldeanos a ruego de estos, pero, ante la inminente cosecha y los tributos que pagar debían, decidieron acudir a otros Condados más lejanos, a confesar sus cuitas a otros Vasallos; sabiendo que, algunos de éstos, lejos de los dominios de aquel Ser, su ecuanimidad conservaban y con equidad y justicia, ante los problemas de los Aldeanos de su Condado, actuaban.
Mientras tanto, en la Aldea donde se hallaban ubicados sus hogares, algunos de los Ciervos de Gleda, conciencia de su proceder tomaban.
Empezaron, unos, a retrasar el cobro de los tributos, que entregar debía el Pueblo, dejando a éstos que para su sustento, guardarán lo que bien necesitarán.
Otros, sin vanagloriarse en público de su proceder, utilizaron sus conocimientos, para que éstos, con ellos, pudieran llegado el momento, recoger sus cosechas con acierto; pensando que, a pesar de las inclemencias del tiempo, estas fructíferas sería, con lo cual, tendrían éstos, para pagar a quienes se lo requerían, sin quedarse ellos sin alimentos....
Y no queda aquí sus Mercedes, concluido el relato que hoy les vine a recitar. Quedará para otro día...
Cómo le fue a los Aldeanos, en los Condados más lejanos?
Cómo algún que otro Caballero, se ofreció a batallar en tan linda empresa...
Cómo algunos Nobles, tuvieron a bien, levantar su voz para apoyar al Pueblo...
Cómo el Rey ante las disputas de éstos, quiso negociar un acuerdo...
Cómo algunos Siervos de Gleda, apelando al sentido común, actuaron en conciencia...
Pero... La Luna se esconde...Ya durmiéndose van los versos...Que la noche es su sustento, pero, caídos de ésta los velos, ya no veo el texto...
Si vuestras Mercedes a bien lo tienen, el Mester continuará...
Hasta entonces... Que esos velos, no tapen a sus ojos la belleza, de una Luna que, con su plateada presencia, quiere dar paso al Sol, para los versos de éste recitar...
Pliego el pergamino... Dejo de danzar... Que éste Juglar señores míos, se marcha a descansar...
Annia Mancheño
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